sábado, 18 de febrero de 2023

¿La santidad hoy? ¿Para qué sirve?

 Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo", Levítico 19, 2.


La santidad es el llamado que Dios hace al hombre de hoy y de todos los tiempos.  ¿Para qué ser santos? puede preguntar uno. Y se le responde: porque Dios es Santo. Y quién dice eso, respondemos el mismo Dios por medio de su siervo Moisés. Se presenta Dios como modelo a alcanzar. Si está llamando a la santidad es porque no somos santos, y por tanto, nos quiere divinos como Él. Lo maravilloso es el hecho de reconocer que el hombre está llamado a cosas grandes, hacerse dios. No espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada, Gaudete et exsultate 1.

¿Pero que es ser santos? Es ser perfecto. La ley de santidad, el llamado o la orden que Dios dice al hombre, sean santos, porque yo, el Señor, soy santo, en Jesús Hombre-Dios, vemos el camino a recorrer, y en Él esta ley de santidad se convierte en camino de perfección, por eso dice: Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto, Mateo 5, 48.

Así que ser santos o perfectos que es lo mismo, es ante todo la convicción de caminar en la presencia del señor irreprochablemente, pues el texto bíblico lo confirma: camina en mi presencia y sé perfecto, Gn 17, 1. O bien, como explica san Pablo en la carta a los Efesios que nos ha elegido y nos ha creado por amor para ser santos e inmaculados en su presencia, 4. La santidad y la perfección consiste en caminar sin mancha en la presencia de Dios, es decir, caminar de virtud en virtud. Y la virtud consiste en tener buenos y maravillosos hábitos con Dios, consigo mismo, con el prójimo y con la creación. Estos hábitos deben tener como plataforma el amor y la comunión. Todo por amor nada sin amor. El amor a Dios, al prójimo como a uno mismo, el amor que se expresa como cuidado de la casa común. Todo el que ama busca el bien en todo y con todos. Esa es la clave de la santidad y de la perfección.

Dios que llama a la santidad es el que santifica al hombre, y el hombre que se ama así mismo como al prójimo, a la creación entera y a su mismo hacedor se santifica. La expresión santificado sea tu nombre dirigida al Padre celestial es en sí misma el reconocimiento en primer momento de que Dios es Santo y en segundo lugar que a partir de lo que el hombre realiza se extienda la santidad de Dios, pues todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios y tiene presente lo que a Dios le agrada y satisface. Así que podríamos sintetizar de un modo que la santidad consiste en hacer de la vida ordinaria todo bien.