“¿No que tú eres el rey poderoso que
manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot”
1Reyes 21, 7.
1Reyes 21, 1-16;
Salmo 5, 2-3. 5-7; Mateo 5, 38-42.
El rey de Israel Ajab ante la
negativa de Nabot de venderle su viña regresa a su palacio triste e irritado,
asumiendo una actitud casi infantil pues el texto señala que «se acostó con el
rostro hacia la pared y no quiso comer», 1Reyes 21, 4. El rey está “berrinchudo”
y esa actitud nos obliga a preguntarnos: ¿es
necesario el viñedo de Nabot para la prosperidad y desarrollo del reino Israel ¿El
deseo del rey es en verdad una necesidad o simplemente un deseo vano? ¿Cuáles
son las responsabilidades de un rey y cuáles las de un súbdito? ¿El
cumplimiento de las leyes exime al rey o también está sujeto el monarca a ellas?
La "alegría" de la tiranía |
El rey le cuenta a
su mujer lo sucedido con Nabot. Y ella le pregunta: «¿No que tú eres el rey
poderoso que manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de
Nabot», v. 7. La primera parte de este versículo es una pregunta irónica, de
burla, de “carrilla” diríamos hoy. Pero al mismo tiempo es un reto a utilizar
el poder no como servicio sino tiránicamente. Y eso es una cosa diabólica,
Jezabel encarna al diablo y tienta a Ajab, casi repitiéndose lo que
antiguamente hizo Eva con Adán, haciendo desencadenar tragedia para el propio
reino porque en su afán de posesión injusta se llevan “entre las patas” a los
magistrados del reino, y provocan un daño estructural. El pecado personal de
Jezabel pasa al ámbito social porque corrompe a dos hombres y los hace pasar
por testigos falsos, lo que provoca un pecado estructural porque tergiversa la
justicia e involucra «a los habitantes de la ciudad, los ancianos y los hombres
principales» de la ciudad, v. 11.
«Levántate, come y
alégrate» es la segunda parte del versículo siete. Como diciéndole al rey no
tienes por qué detenerte en tus propósitos, no hay límites para el rey. Si no
puedes conseguir las cosas por ‘intercambio’, por ‘compra’ lo puedes obtener
violentamente haciendo uso de tu “calidad” de rey. Es perversa la propuesta de
Jezabel a Ajab y la podemos desglosar de la siguiente manera:
-
Levántate,
es decir, mientras puedas continuar con tu vida qué importan los demás, que ‘el
mundo ruede’ si quiere, lo importante es el éxito.
-
Come:
ahora que tienes pan de sobra qué importa la manera como ha llegado a tu mesa.
-
Alégrate:
y si puedes disfrutar y gozar de los placeres de palacio no hay nada malo si
ahora ríes, cantas y bailas porque la vida es corta y hay que aprovecharse de
los débiles y tontos.
Jezabel concretiza
la actitud infantil del rey de dar ‘la espalda’ a las cosas importantes del
reino, porque ella lo lleva a la total indiferencia de las situaciones del
pueblo. No importan el lamento y las necesidades de los hombres y mujeres del
reino. Lo que importa es que hay que saciar la gula del rey-niño o los caprichos
del rey.
«Yo te daré la
viña de Nabot». Jezabel es la reina esposa-madre. Es la usurpadora del poder,
es quien en verdad tiene el poder práctico, su demagogia la puso en tal sitio y
la seducción la mantiene en su hegemonía, deslizándose y atacando como
serpiente depositó el veneno en el rey, en los ancianos (líderes de pueblo) y
los nobles de la ciudad de Yezrael:
-
Pervirtió el culto: la orden fue convocar
un ayuno y hacer que Nabot estuviera presente en la asamblea, v. 9.
-
Corrompió la justicia: envió cartas a los
ancianos y notables de la ciudad indicándoles la condena que tenían que
ejecutar: “mátenlo a pedradas”, v. 10.
-
Tergiversó la verdad: con dos testigos
falsos que dijeron en el plenario de la asamblea: “Ha maldecido a Dios y al rey”,
v. 13.
Señor,
concédeme la gracia de ser un auténtico servidor tuyo. Me has encomendado pastoralmente
a una porción de tu pueblo. Soy sólo soy un administrador de tus bienes y
quiero ser responsable con la tarea encomendada. Y esto no es un privilegio
sino una gran responsabilidad. No permitas que olvide mi origen, porque eres Tú
Señor, quien “levantas del estiércol al hombre y lo haces sentar entre los príncipes
de tu pueblo”, Salmo 112/113, 7. Amén.
Muy actual
ResponderEliminarA pesar q esto ocurrió, hace miles de años. Hoy se sigue viviendo y dando esos casos
Mientras yo consiga lo q quiero, me vale madre los demás
Mientas yo esté bien, viva bien, coma bien y duerma bien
Los demás son lo de menos
Así es este mundo falto de amor, de tolerancia, de valores
Pero sobre todo falto de Dios y de fe