martes, 14 de junio de 2016

“¿No que tú eres el rey poderoso que manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot”
1Reyes 21, 7.
1Reyes 21, 1-16; Salmo 5, 2-3. 5-7; Mateo 5, 38-42.
El rey de Israel Ajab ante la negativa de Nabot de venderle su viña regresa a su palacio triste e irritado, asumiendo una actitud casi infantil pues el texto señala que «se acostó con el rostro hacia la pared y no quiso comer», 1Reyes 21, 4. El rey está “berrinchudo” y esa actitud nos obliga a preguntarnos: ¿es necesario el viñedo de Nabot para la prosperidad y desarrollo del reino Israel ¿El deseo del rey es en verdad una necesidad o simplemente un deseo vano? ¿Cuáles son las responsabilidades de un rey y cuáles las de un súbdito? ¿El cumplimiento de las leyes exime al rey o también está sujeto el monarca a ellas?
La "alegría" de la tiranía
El rey le cuenta a su mujer lo sucedido con Nabot. Y ella le pregunta: «¿No que tú eres el rey poderoso que manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot», v. 7. La primera parte de este versículo es una pregunta irónica, de burla, de “carrilla” diríamos hoy. Pero al mismo tiempo es un reto a utilizar el poder no como servicio sino tiránicamente. Y eso es una cosa diabólica, Jezabel encarna al diablo y tienta a Ajab, casi repitiéndose lo que antiguamente hizo Eva con Adán, haciendo desencadenar tragedia para el propio reino porque en su afán de posesión injusta se llevan “entre las patas” a los magistrados del reino, y provocan un daño estructural. El pecado personal de Jezabel pasa al ámbito social porque corrompe a dos hombres y los hace pasar por testigos falsos, lo que provoca un pecado estructural porque tergiversa la justicia e involucra «a los habitantes de la ciudad, los ancianos y los hombres principales» de la ciudad, v. 11.
«Levántate, come y alégrate» es la segunda parte del versículo siete. Como diciéndole al rey no tienes por qué detenerte en tus propósitos, no hay límites para el rey. Si no puedes conseguir las cosas por ‘intercambio’, por ‘compra’ lo puedes obtener violentamente haciendo uso de tu “calidad” de rey. Es perversa la propuesta de Jezabel a Ajab y la podemos desglosar de la siguiente manera:
-          Levántate, es decir, mientras puedas continuar con tu vida qué importan los demás, que ‘el mundo ruede’ si quiere, lo importante es el éxito.
-          Come: ahora que tienes pan de sobra qué importa la manera como ha llegado a tu mesa.
-          Alégrate: y si puedes disfrutar y gozar de los placeres de palacio no hay nada malo si ahora ríes, cantas y bailas porque la vida es corta y hay que aprovecharse de los débiles y tontos.
Jezabel concretiza la actitud infantil del rey de dar ‘la espalda’ a las cosas importantes del reino, porque ella lo lleva a la total indiferencia de las situaciones del pueblo. No importan el lamento y las necesidades de los hombres y mujeres del reino. Lo que importa es que hay que saciar la gula del rey-niño o los caprichos del rey.
«Yo te daré la viña de Nabot». Jezabel es la reina esposa-madre. Es la usurpadora del poder, es quien en verdad tiene el poder práctico, su demagogia la puso en tal sitio y la seducción la mantiene en su hegemonía, deslizándose y atacando como serpiente depositó el veneno en el rey, en los ancianos (líderes de pueblo) y los nobles de la ciudad de Yezrael:
-          Pervirtió el culto: la orden fue convocar un ayuno y hacer que Nabot estuviera presente en la asamblea, v. 9.
-          Corrompió la justicia: envió cartas a los ancianos y notables de la ciudad indicándoles la condena que tenían que ejecutar: “mátenlo a pedradas”, v. 10.
-          Tergiversó la verdad: con dos testigos falsos que dijeron en el plenario de la asamblea: “Ha maldecido a Dios y al rey”, v. 13.
Señor, concédeme la gracia de ser un auténtico servidor tuyo. Me has encomendado pastoralmente a una porción de tu pueblo. Soy sólo soy un administrador de tus bienes y quiero ser responsable con la tarea encomendada. Y esto no es un privilegio sino una gran responsabilidad. No permitas que olvide mi origen, porque eres Tú Señor, quien “levantas del estiércol al hombre y lo haces sentar entre los príncipes de tu pueblo”, Salmo 112/113, 7. Amén.



1 comentario:

  1. Muy actual
    A pesar q esto ocurrió, hace miles de años. Hoy se sigue viviendo y dando esos casos
    Mientras yo consiga lo q quiero, me vale madre los demás
    Mientas yo esté bien, viva bien, coma bien y duerma bien
    Los demás son lo de menos
    Así es este mundo falto de amor, de tolerancia, de valores
    Pero sobre todo falto de Dios y de fe

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