“Cuando el Señor
la vio, se compadeció de ella y le dijo: ‘No llores’”
Lucas 7, 13.
1Reyes 17, 17-24;
Salmo 29/30, 2-6. 11-12; Gálatas 1, 11-19; Lucas 7, 11-17.
El Señor ve y no es ajeno a los
acontecimientos de la vida humana. Con la mirada percibimos lo que acontece a
nuestro alrededor y empezamos a interactuar con el ambiente circundante. El
Señor ve y te pregunto: ¿qué actitud
asumes delante de su presencia? ¿actúas siendo consciente de que Dios te ve?
Sabes, la mirada de Dios es una mirada de ternura, no es el ‘big brother’ que
se divierte viéndote actuar para luego señalar tus errores, fechorías o
desaciertos. La mirada del Señor es una mirada amorosa y paterna.
"No llores" |
Después de que el
Señor ve a la viuda de Naím, el texto señala que se ‘compadeció de ella’ haciéndose
realidad aquellas palabras de la Sagrada Escritura que dice: «Padre de los
huérfanos y defensor de las viudas, ese es Dios en su morada santa», Salmo
67/68, 6. El Señor se presenta como ‘defensor de las viudas’ porque ellas han
quedado solas en el mundo. Podrán tener hijos, hermanos, nietos, bisnietos y
sin embargo se sienten solas, sin que puedan llenar el vacío que ha dejado el
marido, su primer ‘Go’El’. La alegría de la viuda era su hijo quien hacía
presente la ausencia de su ‘Go’El’ y se había convertido para ella refugio y
protección, podríamos decir en un segundo ‘Go’El’. Pero al no tener ya a ningún
‘Go’El’ que haga suya su causa, que dé la cara por ella, se encuentra en una
nueva situación donde se percibe desprotegida y es entonces cuando su mundo se
derrumba. Hermanos: superar la muerte de su esposo y ahora la de su hijo no es
nada sencillo para la viuda de Naím. Esa es la realidad que el Señor mira: un
corazón angustiado, lleno de incertidumbres y sin un futuro claro. Es esa
realidad dura la que el Señor ve y le hace compadecerse de la viuda.
Le dijo: ‘No
llores’. La petición del Señor parece desatinada, antinatural, ¿Cómo no llorar? ¿Por qué arrebatarle las lágrimas a una viuda si es el único camino de
desahogo que puede experimentar? Pero cuando Jesús dice ‘No llores’ indica
aquello que san Pablo enseña: «No queremos, hermanos, que permanezcan
ignorantes acerca de los que ya han muerto, para que no se entristezcan como
los que no tienen esperanza», 1Tesalonicenses 4, 13. Jesús es el nuevo ‘Go’El’
para los desamparados, es la cercanía de un Dios que se hace compañero de
camino, es quien enjuga las lágrimas de los que lloran, porque inmediatamente ‘tocó
el ataúd y quienes lo llevaban se detuvieron’. Este gesto de Jesús revela algo
inaudito, al detener el cortejo fúnebre está indicando que con Él la muerte no
tiene la última palabra sobre el hombre; él tiene el poder de hacer nuevas
todas las cosas y todo adquiere un nuevo significado, todo se recapitula en
Jesús, la misma muerte en Jesús pasa de ser un acontecimiento dramático a la
oportunidad de una verificación de la misericordia del mismo Dios por eso le
escuchamos decir a la viuda de Sarepta en la primera lectura: «Ahora reconozco
que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tú pronuncias se
cumple», 1Reyes 17, 24.
Decíamos que en
Jesús todas las cosas obtienen un nuevo significado pues está Escrito: «El que
toque un cadáver, sea quien fuere el muerto, quedará impuro siete días»,
Números 19, 11. Jesús nos enseña que cuando la misericordia se manifiesta toda
corrupción e impureza desaparece, pues también se afirma en la Palabra Santa: «Ante
todo ámense intensamente unos a otros, pues el amor perdona los pecados»,
1Pedro 4, 8. Y los pecados hermanos son expresión de muerte, pues se indica
que: «el pago del pecado es la muerte, mientras que Dios nos ofrece como don la
vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor», Romanos 6, 23.
Jesús al tocar el cadáver
del joven toca la herida profunda del corazón de la viuda y la sana liberándola
de la angustia y el temor que le infringía la propia soledad.
Señor,
hoy quiero junto a Ti, consolar a los que están tristes. Y lo quiero hacer llevándoles
el consuelo que tu Palabra poderosa encierra: ‘levántate’. Ayúdame a no caer en
un autismo espiritual, deseo tener en mis oraciones a todos los que me has
confiado a mi cuidado. Amén.
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