domingo, 5 de junio de 2016

“Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: ‘No llores’”
Lucas 7, 13.
1Reyes 17, 17-24; Salmo 29/30, 2-6. 11-12; Gálatas 1, 11-19; Lucas 7, 11-17.
El Señor ve y no es ajeno a los acontecimientos de la vida humana. Con la mirada percibimos lo que acontece a nuestro alrededor y empezamos a interactuar con el ambiente circundante. El Señor ve y te pregunto: ¿qué actitud asumes delante de su presencia? ¿actúas siendo consciente de que Dios te ve? Sabes, la mirada de Dios es una mirada de ternura, no es el ‘big brother’ que se divierte viéndote actuar para luego señalar tus errores, fechorías o desaciertos. La mirada del Señor es una mirada amorosa y paterna.
"No llores"
Después de que el Señor ve a la viuda de Naím, el texto señala que se ‘compadeció de ella’ haciéndose realidad aquellas palabras de la Sagrada Escritura que dice: «Padre de los huérfanos y defensor de las viudas, ese es Dios en su morada santa», Salmo 67/68, 6. El Señor se presenta como ‘defensor de las viudas’ porque ellas han quedado solas en el mundo. Podrán tener hijos, hermanos, nietos, bisnietos y sin embargo se sienten solas, sin que puedan llenar el vacío que ha dejado el marido, su primer ‘Go’El’. La alegría de la viuda era su hijo quien hacía presente la ausencia de su ‘Go’El’ y se había convertido para ella refugio y protección, podríamos decir en un segundo ‘Go’El’. Pero al no tener ya a ningún ‘Go’El’ que haga suya su causa, que dé la cara por ella, se encuentra en una nueva situación donde se percibe desprotegida y es entonces cuando su mundo se derrumba. Hermanos: superar la muerte de su esposo y ahora la de su hijo no es nada sencillo para la viuda de Naím. Esa es la realidad que el Señor mira: un corazón angustiado, lleno de incertidumbres y sin un futuro claro. Es esa realidad dura la que el Señor ve y le hace compadecerse de la viuda.
Le dijo: ‘No llores’. La petición del Señor parece desatinada, antinatural, ¿Cómo no llorar? ¿Por qué arrebatarle las lágrimas a una viuda si es el único camino de desahogo que puede experimentar? Pero cuando Jesús dice ‘No llores’ indica aquello que san Pablo enseña: «No queremos, hermanos, que permanezcan ignorantes acerca de los que ya han muerto, para que no se entristezcan como los que no tienen esperanza», 1Tesalonicenses 4, 13. Jesús es el nuevo ‘Go’El’ para los desamparados, es la cercanía de un Dios que se hace compañero de camino, es quien enjuga las lágrimas de los que lloran, porque inmediatamente ‘tocó el ataúd y quienes lo llevaban se detuvieron’. Este gesto de Jesús revela algo inaudito, al detener el cortejo fúnebre está indicando que con Él la muerte no tiene la última palabra sobre el hombre; él tiene el poder de hacer nuevas todas las cosas y todo adquiere un nuevo significado, todo se recapitula en Jesús, la misma muerte en Jesús pasa de ser un acontecimiento dramático a la oportunidad de una verificación de la misericordia del mismo Dios por eso le escuchamos decir a la viuda de Sarepta en la primera lectura: «Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tú pronuncias se cumple», 1Reyes 17, 24.
Decíamos que en Jesús todas las cosas obtienen un nuevo significado pues está Escrito: «El que toque un cadáver, sea quien fuere el muerto, quedará impuro siete días», Números 19, 11. Jesús nos enseña que cuando la misericordia se manifiesta toda corrupción e impureza desaparece, pues también se afirma en la Palabra Santa: «Ante todo ámense intensamente unos a otros, pues el amor perdona los pecados», 1Pedro 4, 8. Y los pecados hermanos son expresión de muerte, pues se indica que: «el pago del pecado es la muerte, mientras que Dios nos ofrece como don la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor», Romanos 6, 23.
Jesús al tocar el cadáver del joven toca la herida profunda del corazón de la viuda y la sana liberándola de la angustia y el temor que le infringía la propia soledad.
Señor, hoy quiero junto a Ti, consolar a los que están tristes. Y lo quiero hacer llevándoles el consuelo que tu Palabra poderosa encierra: ‘levántate’. Ayúdame a no caer en un autismo espiritual, deseo tener en mis oraciones a todos los que me has confiado a mi cuidado. Amén.


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