viernes, 31 de enero de 2014

“Cuando la atención ya no es el otro se vive egoístamente”
Cugj.Cali Ϯ.

2Samuel 11, 1-4a. 5-10a. 13-17;  Salmo 50/51, 3-7. 10-11;  Marcos 4, 26-34.
«La atención es una focalización de nuestra conciencia hacia un objeto determinado para observarlo mejor. Se disminuye con ello la extensión del campo consciente, pero aumenta su intensidad y su nitidez», Mauro Rodríguez Estrada.
El texto de la primera lectura nos dice que «en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel a desvastar la región de amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén», 2 Samuel 11, 1. En aquellos tiempos los reyes eran elegidos por ser hombres valientes y diestros en el arte de la guerra, además que debería figurar como líder de los más aguerridos hombres. David era un hombre valiente, eso lo había demostrado al vencer al terrible Goliat, era un líder carismático no sólo por sus cualidades humanas sino porque contaba con la unción de YHWH y eso el pueblo lo tenía muy presente. La narración nos dice que Israel estaba en guerra pero en esa ocasión David no acompañó a su pueblo ni a sus más leales combatientes. ¿Por qué no ha salido a luchar con su pueblo? No lo sabemos, pero podemos intuir que la atención de David había cambiado, que hay un interés mucho más fuerte que le hace quedarse en el palacio. ¿Cuál es ese interés que acapara toda la atención del rey? ¿Acaso habrá caído tan pronto en la monotonía o simplemente hay compromisos administrativos que habrían que atender rápidamente? ¿O no será más bien, que el rey estaba cansado de tanta guerra que deseaba en su corazón alcanzar la paz y la tranquilidad? No lo sabemos.
Pero lo que sí sabemos es que su atención no estaba en la batalla. Porque el texto nos narra con precisión que «Un día, al atardecer, se levantó de dormir y se puso a pasear por la terraza del palacio»,v. 2. ¿Cómo puede dormir y pasear tranquilamente un rey mientras sus hombres están en batalla? ¿Acaso por revelación divina supo que no era necesario su presencia en el campo de batalla?¿O el pueblo que estaba siendo sometido era tan insignificante que no merecía ni siquiera su presencia en la batalla? Si el rey duerme hasta muy tarde y luego da un paseo mientras sus hombres mueren en combate, significa que su interés ya no es la del pueblo, ya no es el bien común, sino un interés personal, posiblemente legítimo pero rayando incluso en el egoísmo.
Actitud contraria manifiesta Urías, el hitita, aún cuando el rey le había dicho que se lavara los pies y que fuese  a su casa a descansar, cosa que no hizo. Su justificación fue la siguiente: «El arca, Israel y Judá viven en tiendas de campaña; Joab, mi jefe, y sus oficiales acampan a la intemperie; ¿y yo voy a ir a mi casa a banquetear y acostarme con mi mujer? ¡Por la vida del Señor y por tu propia vida, no haré tal cosa», v. 11. En la respuesta de este guerrero encontramos una muy clara rectitud de conciencia, pues no sólo tiene presente el bienestar del pueblo, de su jefe, de sus compañeros sino también del rey. Para él, descanso y comida resultaba una cosa efímera al tener presente que muchos de sus conocidos no podían descansar y banquetear dignamente o al menos adecuadamente. En ese sentido se aplica lo que el apóstol Pablo enseña en unas de sus cartas: «Si un miembro sufre, sufre con él todos los miembros; si un miembro es honrado, se alegran con él todos los miembros», 1Corintios 12, 26. Urías manifiesta una actitud solidaria con los que están en campo de batalla. Recordemos que la solidaridad es una expresión muy clara y genuina del amor.
El texto continua y dice: «desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella», 2Samuel 11, 2. Esta actitud un tanto voyerista de David nos refiere que su corazón se ha trocado, ya no es el mismo, y es que ver a una mujer bañándose no es sólo para el que observa una escena un tanto erótica y de placer, sino una falta de respeto, de invasión del espacio de la individualidad, es atentar contra la dignidad de la persona misma. El hecho de que David esté en la azotea del palacio observando a la mujer significa que se ha vuelto déspota, es decir, que ejerce su poder como rey para violar los derechos individuales de toda persona, como es el caso de la privacidad. En ese sentido David se sirve de su condición de rey para alcanzar beneficios completamente personales, se vuelve un abusivo del poder.
David no se contenta con ver plácidamente sino que desea poseer lo que no le pertenece, en ese sentido se vuelve también injusto. El texto dice que «David mandó a unos criados para que se la trajesen; llegó la mujer, y David se acostó con ella», v. 4. Aquí se cumple lo que el profeta Samuel había dicho antes de que Dios eligiera a Saúl como rey de Israel. Samuel se oponía a que el pueblo tuviese rey e hizo todo lo posible para que el pueblo entendiera que no le convenía, pero el pueblo no hizo caso, Cfr. 1 Samuel 8, 11-19. Y lo que hizo David con Urías era lo que el profeta quería evitar. Betsabé fue para David una colección más de su harén, pues David tenía mujeres e hijos, Cfr. 2 Samuel 3, 2-5. 14; 5, 13-16.
«Después Betsabé volvio a su casa; quedó encinta y mandó este aviso a David: estoy encinta», 2Samuel 11, 5. Ambos afrontan la situación pero no adecuadamente. En la actualidad no se asesina al marido o al “sancho” sino a la criatura. David no sólo cometió adulterio, asesinato, sino que también injusticia. David trata de salvar su pellejo, es decir, su honor, pero lo hace en detrimento de la honorabilidad de su prójimo: del guerrero Urías al morir por manos enemigas y al obligar a Joab a colaborar con el homicidio. La ofensa de David no fue solamente con un súbdito suyo sino con YHWH, se trata por lo tanto de un pecado no sólo de un problema a resolver y afrontar. David dejó de poner atención a los mandatos del Señor y prefirió atender a sus más bajas pasiones.
Ante los grandes problemas de nuestra sociedad, tales como la injustica, la desigualdad, la pobreza, la emigración, el dolor, la enfermedad...podemos preguntarnos: ¿Dónde está la justicia de Dios?¿Dónde está el Reino que Jesús vino a anunciar? Respondiendo con la parábola de este día, descubrimos que la semilla está lista, pero es necesario sembrarla y cuidarla, para que en su momento dé el fruto esperado, aunque éste tarde en madurar. Así es el Reino de Dios, P. Tarcisio Carmona SSP.

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