sábado, 8 de marzo de 2014

“Te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas”
Isaías 58, 12.
Isaías 58, 9b-14; Salmo 85/86, 1-6; Lucas 5, 27-32.
La práctica de la justicia, la disponibilidad y la solidaridad con el pobre no aseguran sólo la felicidad para la otra vida sino también la paz y la prosperidad en la vida presente, pues compartir el pan tiene como cometido mitigar el hambre; el destierro de todo tipo de opresión y de esclavitud la promoción del hombre y el cuidado de su dignidad; evitando señalar los defectos del prójimo establecemos relaciones sanas y duraderas; no diciendo malas palabras o palabras ofensivas fraguamos por medio del respeto y el diálogo la amistad y la fraternidad, la seguridad y la paz, Cfr. Isaías 58, 9-10. Por eso hemos escuchado que el profeta le llama al hombre justo y solidario: «reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas», v. 12.
Reparamos brechas cuando hacemos el camino de los hombres transitables, es decir, cuando les garantizamos confianza y credibilidad restableciendo las relaciones interpersonales que entre amigos, hermanos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo se habían dañado por diferencias o incomprensiones. Reparamos brechas cuando ayudamos a encontrar el camino recto a quienes han perdido el sentido de la vida, cuando les inyectamos nuevas ilusiones y esperanzas, y les otorgamos nuevos motivos para vivir, para construir un mundo, una sociedad más justa donde sea posible la convivencia de todos.
Construimos casas en ruinas cuando nos convertimos en punto de apoyo para quienes reprenden el destino de su propia vida después de vagar sin rumbo fijo anclados en vicios que les han desfigurado la imagen de hijos de Dios. Construimos casas en ruinas cuando nos esforzamos para que en casa exista: respeto, fraternidad, colaboración, ayuda mutua, paz, alegría, fidelidad, tolerancia, etc. Cuando en casa se ora y se bendice el nombre del Señor, y nos comprometemos alejar de ella la plaga del aborto, el divorcio, el adulterio, los métodos de contracepción, la violencia y las vejaciones intrafamiliares.
Todos estamos llamados a comprometernos a ser reparadores y constructores de brechas y casas, llamados hacer creíble el camino de la caridad, pues sólo el amor puede liberarnos del odio y del egoísmo que propician la muerte de muchos hermanos.

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