“Te
llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas”
Isaías 58,
12.
Isaías 58,
9b-14; Salmo 85/86, 1-6; Lucas 5, 27-32.
La práctica de la justicia, la
disponibilidad y la solidaridad con el pobre no aseguran sólo la felicidad para
la otra vida sino también la paz y la prosperidad en la vida presente, pues
compartir el pan tiene como cometido mitigar el hambre; el destierro de todo
tipo de opresión y de esclavitud la promoción del hombre y el cuidado de su
dignidad; evitando señalar los defectos del prójimo establecemos relaciones
sanas y duraderas; no diciendo malas palabras o palabras ofensivas fraguamos
por medio del respeto y el diálogo la amistad y la fraternidad, la seguridad y
la paz, Cfr. Isaías 58, 9-10. Por eso hemos escuchado que el profeta le llama
al hombre justo y solidario: «reparador de brechas, restaurador de casas en
ruinas», v. 12.
Reparamos
brechas cuando hacemos el camino de los hombres transitables, es decir, cuando
les garantizamos confianza y credibilidad restableciendo las relaciones
interpersonales que entre amigos, hermanos, conocidos, vecinos, compañeros de
trabajo se habían dañado por diferencias o incomprensiones. Reparamos brechas
cuando ayudamos a encontrar el camino recto a quienes han perdido el sentido de
la vida, cuando les inyectamos nuevas ilusiones y esperanzas, y les otorgamos nuevos
motivos para vivir, para construir un mundo, una sociedad más justa donde sea
posible la convivencia de todos.
Construimos
casas en ruinas cuando nos convertimos en punto de apoyo para quienes reprenden
el destino de su propia vida después de vagar sin rumbo fijo anclados en vicios
que les han desfigurado la imagen de hijos de Dios. Construimos casas en ruinas
cuando nos esforzamos para que en casa exista: respeto, fraternidad, colaboración,
ayuda mutua, paz, alegría, fidelidad, tolerancia, etc. Cuando en casa se ora y
se bendice el nombre del Señor, y nos comprometemos alejar de ella la plaga del
aborto, el divorcio, el adulterio, los métodos de contracepción, la violencia y
las vejaciones intrafamiliares.
Todos
estamos llamados a comprometernos a ser reparadores y constructores de brechas
y casas, llamados hacer creíble el camino de la caridad, pues sólo el amor
puede liberarnos del odio y del egoísmo que propician la muerte de muchos
hermanos.
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