“Miren por ustedes mismos y por todo
el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo”
Hechos 20, 28.
Desde Mileto el Apóstol Pablo ha
convocado a los ancianos (presbíteros) responsables de las diversas comunidades
cristianas de Éfeso y se despide de ellos exhortándoles a ser fieles a la
enseñanza que les trasmitió del Evangelio. Les dice que ya no lo volverán a
ver. El momento es en verdad conmovedor y predomina una atmósfera de gran expectación,
les recuerda de manera sintética todo lo que realizó para evangelizarlos y se
pone como modelo a imitar en el seguimiento de Cristo Jesús. Y proféticamente les
dice: “Yo sé que después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos
rapaces, que no tendrán piedad del rebaño y sé que, de entre ustedes mismos,
surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles
detrás de sí”, Hechos 20, 29-30.
¡Ama y amate! |
Pablo como pastor
alerta a los responsables de las comunidades cristianas de Éfeso, y les pone de
manifiesto una vez más la gran tarea que llevan sobre sus hombros: “estén
atentos y recuerden que durante tres años no he cesado de aconsejarlos con
lágrimas ni de día ni de noche”, v. 31. Ser anciano (presbítero) de la
comunidad cristiana no es pues un privilegio sino un alto grado de
responsabilidad, por eso les dice: “hoy declaro que no soy responsable de la
muerte de ninguno, porque nunca dejé de anunciar plenamente el designio de Dios”,
v. 26-27. La predicación y enseñanza, así como sus exhortaciones y consejos no
disminuían estaban siempre a la orden del día. Pareciera que ni los
sufrimientos ni las penalidades o pruebas le restaban energía para dar pasto de
calidad y de calidez a su rebaño, es decir, para cimentarlos en la auténtica fe
del Hijo de Dios.
En el discurso de
despedida de Pablo podemos entre sacar algunas características de su forma de
pastorear el rebaño del Señor, las cuales pueden ser de gran utilidad para quienes
actualmente han recibido dicha tarea, se trate ya de la Iglesia Universal o Particular
(diocesana), parroquial o la propia Iglesia doméstica (la familia): ha sido un
servicio humilde, con coherencia de vida, con una predicación y enseñanza en
las plazas como en las casas donde se reunían con frecuencia, esto habla del
acercamiento y acompañamiento pastoral que ejercía en la comunidad, una
pastoral no de “ocurrencia” sino de auténtico discernimiento pues actúa según
le impulsa el Espíritu Santo, esto nos permite descubrir que la pastoral que
ponía en marcha era de tipo no sólo kerigmático sino sobre todo carismático,
Cfr. vv. 18-24.
Y para cumplir con
el encargo de ser un buen pastor, Pablo les dice: “Miren por ustedes mismos y
por todo el rebaño”, v. 28. Lo que indica que el anciano de la comunidad debe
prestar atención a dos cosas de suma importancia y que si se olvida de ello
puede terminar por minar su propia misión, puede sabotearse así mismo. Hay
otras traducciones que en lugar de decir ‘miren’ emplean el término ‘cuidar’. Quedémonos
con el concepto cuidar, la cual la emplea en dos sentidos: “por ustedes mismos”
y por el “rebaño”. Y son totalmente recíprocos. Existe un versículo en las
Sagradas Escrituras que nos puede ser de gran ayuda para comprender mucho mejor
lo que aquí el Apóstol está enseñándonos, se trata del mandamiento del amor,
pero en su sentido horizontal y Jesús nos lo enseña: “Amarás al prójimo como a
ti mismo”, Mateo 22, 39.
El mandato es
amar. No explicaré el hecho de sí es posible mandar al Amor. Sino que me
detendré y dedicaré unas líneas a la condición a la que está sujeta el
mandamiento del amor al menos en esta su segunda equivalencia. Pues el precepto
más importante es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, y con toda tu mente”, v. 37. El precepto es claro se ha de amar con toda
la potencialidad que la persona encierra en sí misma: pensamiento (mente),
sentimiento (corazón) y obra (alma, la energía que le impulsa siempre actuar y
expresarse).
El pastor no puede
cuidar su rebaño si su mente, sentimiento y obra no están en un sano equilibrio,
es decir, sino se ama así mismo. El amor así mismo está relacionado a cuidarse,
a tener en gran valía su propia persona para garantizar el desempeño eficaz de
su labor. Hablamos entonces no sólo de una salud física (corazón), de una salud
psicológica (alma) sino también de una salud moral (obra). Es curioso, pero
suele pasarse por alto estos elementos que el Apóstol tenía muy claro, y así lo
pone en claro en la carta que le dirige a Timoteo: “No te hagas cómplice de
culpas ajenas [obra]. Consérvate puro
[Alma]. Deja de beber agua sola; toma
algo de vino para la digestión y por tus frecuentes dolencias [Corazón]”,
1Timoteo 5, 22-23.
Señor
se nos olvida a veces que no podemos dar lo que no tenemos. El cuidado de tu
rebaño tiene como condición indispensable el cuidado de mi propia persona. No
puedo amar tu rebaño sino no me amo, primeramente. Líbrame del narcisismo.
Vigila y custodia mi mente, corazón y voluntad para que venga a realizar
siempre lo que te es grato.
Así es padre, pero vivimos en un mundo individualista y ensimismado
ResponderEliminarUn mundo de narcisismo donde el ego, la vanidad y el,yo tengo, yo poseo, yo hago nos está matando y aniquilando uno contra otro