miércoles, 11 de mayo de 2016

“Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo”
Hechos 20, 28.
Desde Mileto el Apóstol Pablo ha convocado a los ancianos (presbíteros) responsables de las diversas comunidades cristianas de Éfeso y se despide de ellos exhortándoles a ser fieles a la enseñanza que les trasmitió del Evangelio. Les dice que ya no lo volverán a ver. El momento es en verdad conmovedor y predomina una atmósfera de gran expectación, les recuerda de manera sintética todo lo que realizó para evangelizarlos y se pone como modelo a imitar en el seguimiento de Cristo Jesús. Y proféticamente les dice: “Yo sé que después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos rapaces, que no tendrán piedad del rebaño y sé que, de entre ustedes mismos, surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles detrás de sí”, Hechos 20, 29-30.
¡Ama y amate!
Pablo como pastor alerta a los responsables de las comunidades cristianas de Éfeso, y les pone de manifiesto una vez más la gran tarea que llevan sobre sus hombros: “estén atentos y recuerden que durante tres años no he cesado de aconsejarlos con lágrimas ni de día ni de noche”, v. 31. Ser anciano (presbítero) de la comunidad cristiana no es pues un privilegio sino un alto grado de responsabilidad, por eso les dice: “hoy declaro que no soy responsable de la muerte de ninguno, porque nunca dejé de anunciar plenamente el designio de Dios”, v. 26-27. La predicación y enseñanza, así como sus exhortaciones y consejos no disminuían estaban siempre a la orden del día. Pareciera que ni los sufrimientos ni las penalidades o pruebas le restaban energía para dar pasto de calidad y de calidez a su rebaño, es decir, para cimentarlos en la auténtica fe del Hijo de Dios.
En el discurso de despedida de Pablo podemos entre sacar algunas características de su forma de pastorear el rebaño del Señor, las cuales pueden ser de gran utilidad para quienes actualmente han recibido dicha tarea, se trate ya de la Iglesia Universal o Particular (diocesana), parroquial o la propia Iglesia doméstica (la familia): ha sido un servicio humilde, con coherencia de vida, con una predicación y enseñanza en las plazas como en las casas donde se reunían con frecuencia, esto habla del acercamiento y acompañamiento pastoral que ejercía en la comunidad, una pastoral no de “ocurrencia” sino de auténtico discernimiento pues actúa según le impulsa el Espíritu Santo, esto nos permite descubrir que la pastoral que ponía en marcha era de tipo no sólo kerigmático sino sobre todo carismático, Cfr. vv. 18-24.
Y para cumplir con el encargo de ser un buen pastor, Pablo les dice: “Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño”, v. 28. Lo que indica que el anciano de la comunidad debe prestar atención a dos cosas de suma importancia y que si se olvida de ello puede terminar por minar su propia misión, puede sabotearse así mismo. Hay otras traducciones que en lugar de decir ‘miren’ emplean el término ‘cuidar’. Quedémonos con el concepto cuidar, la cual la emplea en dos sentidos: “por ustedes mismos” y por el “rebaño”. Y son totalmente recíprocos. Existe un versículo en las Sagradas Escrituras que nos puede ser de gran ayuda para comprender mucho mejor lo que aquí el Apóstol está enseñándonos, se trata del mandamiento del amor, pero en su sentido horizontal y Jesús nos lo enseña: “Amarás al prójimo como a ti mismo”, Mateo 22, 39.
El mandato es amar. No explicaré el hecho de sí es posible mandar al Amor. Sino que me detendré y dedicaré unas líneas a la condición a la que está sujeta el mandamiento del amor al menos en esta su segunda equivalencia. Pues el precepto más importante es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente”, v. 37. El precepto es claro se ha de amar con toda la potencialidad que la persona encierra en sí misma: pensamiento (mente), sentimiento (corazón) y obra (alma, la energía que le impulsa siempre actuar y expresarse).
El pastor no puede cuidar su rebaño si su mente, sentimiento y obra no están en un sano equilibrio, es decir, sino se ama así mismo. El amor así mismo está relacionado a cuidarse, a tener en gran valía su propia persona para garantizar el desempeño eficaz de su labor. Hablamos entonces no sólo de una salud física (corazón), de una salud psicológica (alma) sino también de una salud moral (obra). Es curioso, pero suele pasarse por alto estos elementos que el Apóstol tenía muy claro, y así lo pone en claro en la carta que le dirige a Timoteo: “No te hagas cómplice de culpas ajenas [obra]. Consérvate puro [Alma]. Deja de beber agua sola; toma algo de vino para la digestión y por tus frecuentes dolencias [Corazón]”, 1Timoteo 5, 22-23.

Señor se nos olvida a veces que no podemos dar lo que no tenemos. El cuidado de tu rebaño tiene como condición indispensable el cuidado de mi propia persona. No puedo amar tu rebaño sino no me amo, primeramente. Líbrame del narcisismo. Vigila y custodia mi mente, corazón y voluntad para que venga a realizar siempre lo que te es grato.

1 comentario:

  1. Así es padre, pero vivimos en un mundo individualista y ensimismado
    Un mundo de narcisismo donde el ego, la vanidad y el,yo tengo, yo poseo, yo hago nos está matando y aniquilando uno contra otro

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