“Se trataba sólo de ciertas
discusiones acerca de su religión y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo
asegura que está vivo”
Hechos 25, 19.
Hay un versículo en las Sagradas
Escrituras del libro de Proverbios que reza así: “El hombre hace proyectos en
su corazón, pero el Señor pone la respuesta en sus labios”, 16, 1. Y hemos de
reconocer que no siempre lo que tiene en el corazón el hombre se confirman con
sus palabras o sus obras. Le es difícil al hombre vivir en coherencia.
"Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí", Juan 12, 32. |
Mientras Pablo
lleva ya dos años preso por la causa de Cristo, Porcio Festo evangeliza sin que
lo sepa, anuncia el núcleo central de la doctrina cristiana: la resurrección de
Cristo. Lo dice con una simplicidad que pereciera que pierde su gran significado,
pero no es así: “un tal Jesús, ya muerto, que Pablo asegura que está vivo”.
Festo tenía un
proyecto en su corazón: “queriendo ganarse a los judíos, intervino y preguntó a
Pablo: ¿quieres subir a Jerusalén para someterte allí a mi juicio? Pablo
replicó: Apelo al emperador”, Hechos 25, 9. 10. Pero ¿por qué actúo de esa manera el Apóstol Pablo? Primero, porque Festo quería entregar a Pablo en manos del Sanedrín
que exigía su muerte. Segundo, porque
el Señor le había revelado: “Sal pronto de Jerusalén, porque no van aceptar tu
testimonio acerca de mí…Ve, que yo te envío a pueblos lejanos”, 22, 18. 21. Y
en otra parte, dice: “¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio de mí en
Jerusalén, tienes que darlo en Roma”, 23, 11.
Tercero,
Pablo
no reclama justicia ante el César porque se sabe inocente: “Hermanos, yo he
procedido ante Dios con conciencia limpia e íntegra”, v. 1. Y no se preocupa si
su proceso judicial se vuelve injusto por la corrupción de la autoridad, pues
lo ha dejado claro: “A mí poco me importa ser juzgado por ustedes o por un
tribunal humano; ni yo mismo me juzgo. Mi conciencia nada me reprocha, pero no
por ello me siento sin culpa; quien me juzga es el Señor”, 1Corintios 4, 3-4. Cuarto, Pablo sabe que su causa está en
las manos del Señor, y es precisamente, quien jalona la historia de la
humanidad hacia sí, a pesar de las propias contradicciones que generan la
libertad de los hombres: “Nadie perderá ni un pelo de la cabeza”, Hechos 27,
34.
Quinto,
a
Pablo le preocupa más bien cumplir los designios de Dios: anunciar el Evangelio
de Jesucristo a los gentiles. Y si apela al emperador es porque anunciará en el
corazón del imperio que Jesús es el Dios resucitado. El anuncio se da a los
hombres y lo ha venido realizando desde que fue hecho preso: al comandante
Claudio Lisias, a los gobernadores de Cesarea, primero a Félix y dos años más
tarde a Porcio Festo, ahora al rey Agripa, etc.
Dios construye la
historia aun cuando existe una oposición rotunda de los judíos y del imperio
romano. Es irónico que un pagano le dé el kerigma, el primer anuncio del
Evangelio, a otro pagano. Eso es lo que presenta hoy la narración del
evangelista Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Por eso, el sabio dice: “El
hombre planea su camino, el Señor le dirige los pasos”, Proverbios 16, 9.
Señor,
tu eres dueño de la historia, ayúdame a saber anunciar creativamente y con
valentía que Tú estás vivo y operante en medio de tu pueblo y de la misma
humanidad. No importa si con palabras o sin ellas, pero sí con la sobrenatural
fuerza de tu amor. Para que sea un testimonio auténtico y se haga creíble y
cercana a cada hombre que me encuentre en mi camino.
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