Aquellos hombres descubrieron al profeta de Dios, y quisieron retenerlo y proclamarlo su rey, para dar a entender que el sistema en el que vivían estaba corrompido, se alegraron un instante con la presencia de Dios en Jesús de Nazareth; pensaron que un cambio político era suficiente para empezar de nuevo y abolir las injusticias y maldades de los que obstentaban el poder en ese entonces. Pero la salvación que Dios ofrece en su Hijo Jesucristo es mucho más profundo y radical: la conversión del corazón a Dios, ya que sólo Dios es el único que puede poner en verdad un límite al mal, puede vencerlo y erradicarlo completamente. Pero no lo comprenden aún.
Así sucede también con los doce, su mente está en botada, no han logrado descubrir quién es este Jesús. Y a ellos, en particular les revela un rasgo más de su personalidad, o más bien, de su identidad: su divinidad. Que lo comprenderán gradualmente cuando lo vean resucitado.
Los discípulos por la tarde se dirigen sin Jesús rumbo a Cafarnaun, después de haber avanzado unos kilómetros el viento les era contrario, era de noche y "vieron a Jesus caminando sobre las aguas, acercándose a la barca y se asustaron". Un hombre puede nadar en la superficie incluso surfear, pero caminar y en medio de la tempestad eso es inaudito y difícil de digerir. Y lo que es todavía asombroso es el hecho de que quieren abordarlo y tocan rápidamente tierra, pues aunque habían avanzado 5 o 6 kilómetros el lago tiene de longitud 21 kilómetros y de anchura 13. Pero sigue resonando muy fuertemente las palabras del Señor que dice: "Yo soy, no teman", Juan 6, 20. Se revela con el mismo nombre con el que se había revelado a Moisés en otros tiempos: "Soy el que soy. Esto dirás a los israelitas: Yo soy me envía a ustedes", Éxodo 3, 14. Jesus es Dios. Por eso llegan sin fatiga y sin que se suba a la barca a la orilla. Jesus tiene poder y todo está sometido a su majestad gloriosa por eso le oímos decir: "Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra", Mateo 28, 18.
Señor Jesus, somos tus discípulos, mira nuestras penas, fatigas y el deseo que tenemos de continuar en pie de lucha. Hay vientos contrarios que nos amenazan y nos quieren sumergir y ahogarnos; y son de diversas índoles, algunas son fragilidades, debilidades y pecados nuestros, otros son productos de la hostilidad de los hombres malvados y de las influencias del mal. Estamos solos. Eres tú nuestra fortaleza y nuestro auxilio, no nos desampares pues no tenemos a donde ir ni a quién acudir para que nos defienda. No permitas que la tristeza, el miedo y el pecado nos opriman. Haz realidad la palabra que el Salmista dice: "Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida", Salmo 32/33, 18-19.
Sabe, a mí todo esto me impacta y me hace pensar y meditar, como nuestra cobardia y falta de fe, nos hace q viendo a Jesus caminar en estas nuevas aguas, conociéndolo como decimos conocerlo, aún seguimos dudando y temiendo de El
ResponderEliminarPero lo q siempre me ha marcado, impactado, motivado y hacer seguir es esa frase de
SALIERON A PESCAR, AÚN CUANDO EL VIENTO LES ERA CONTRARIO.
cuantas veces el viendo me es contrario y yo me escondo, me es contrario me alejo, me es contrario ya no creo, y hay q tener ese valor, esa fuerza esa fe (q son las nueva aguas) bien cimentada y estable, para q la barca q es mi vida,no tambalee, no me caiga, no me llene de pecado y al ver el rostro de JesusCristo no me llene de miedo y haga lo q Adan y Eva, correr a esconderme.
Gracias padre. Por compartir
Como siempre enriquecedora su reflexión