sábado, 16 de abril de 2016

"El se levantó en seguida", Hechos 9, 34


Al mandato de Pedro Eneas deja su cama y se levanta, la parálisis que lo tenía postrado ha desaparecido gracias al nombre de Jesus, pues Pedro le había dicho: "Eneas, Jesucristo te devuelve la salud: levántate, y arregla tú mismo la cama", Hechos 9, 34. Y hoy en el Evangelio de san Juan le oímos decir a Jesus a sus interlocutores:"El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida", Juan 6, 63. Las palabras de Jesus se cumplen en la curación que realiza el apóstol Pedro. La sanidad que ofrece Pedro es efectuada en el Nombre de Jesus; para que entendamos que Jesus es el Hombre del Espíritu y la Palabra eterna del Padre, por eso es el único que puede dar o devolver la vida. De hecho, el nombre de Jesus, Dios Salva adquiere en el Nazareno su mayor significado. La fe en Jesus libra no sólo de la muerte terrena sino que otorga la salvación eterna, pues como dice el Salmista: "¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos!", Salmo 115/116, 15. Y como bien sabemos el Señor no desea la muerte del hombre sino que viva siempre y viva bien. Y es esta precisamente la gran noticia que los discípulos han de predicar con gran valentía. Así que la reanimación de Tabita y la curación de Eneas son sólo signos de la vida nueva que ofrece la fe en Jesucristo. Esta vida nueva, esta sanidad se ofrece no sólo a una clase de hombres sino a la humanidad entera. En Jesucristo ningún ser humano queda excluido toda la humanidad encuentra en el Hijo de Dios su fuente de esperanza, de amor y de fe. Pues Dios ama al mundo en su Hijo, el cual derramó su sangre en beneficio de todos.
Jesus dice: "El espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha". He constatado que cuando hay un espíritu firme, grande en el hombre, aunque esté enfermo, o pase por diversas pruebas o tenga que afrontar grandes obstáculos para alcanzar sus metas, se mantiene en pie y su espíritu combatiente le hace salir siempre triunfante, victorioso de sus enemigos y de todas las circunstancias que le son contrarias. No sucede así con las personas de espíritu 'enfermizos' o los de corazón apocados, podrán tener a su disposición toda la ayuda del mundo y sin embargo andan siempre derrotados, cabizbajos, sin entusiasmo por vivir, por luchar y emprender un nuevo proyecto de vida. ¿Qué es entonces el espíritu para la carne o el cuerpo? Su principio de vida. Por eso, hay que pedirle al Señor que venga en nuestro auxilio y reanime, vivifique o fortalezca nuestro espíritu para que podamos ver y abrazar la vida así como ella se manifiesta.
Señor Jesus danos tu espíritu para que mantengamos encendida la lámpara de la fe, para que nuestra esperanza no venga a menos y siempre pensemos y actuemos positivamente, sabiendo que es posible el cambio, la renovación y restauración del mundo, del hombre. Que tu amor nos proteja del pesimismo y fatalismo que sumergen al hombre en la desconfianza y en el desánimo. Señor, tú nos conoces y nos llamas a cada uno por nuestro nombre y sabes lo que realmente necesitamos, concédenos la gracia, aquella que en verdad necesitamos.

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