martes, 12 de abril de 2016

"Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres", 7, 51.



Las palabras del diácono Esteban son tan actuales, que sin miedo y con tal honestidad he de reconocer que por momentos se concretizan en mi historia personal. Y es verdad, basta solamente que seamos sinceros, para reconocer que no siempre hemos realizado lo que en verdad conviene, al estado de vida que se ha elegido y a la fe que decimos profesar. Ya sea por causa de las propias debilidades, fragilidades o pecados que están si no arraigadas en uno, al menos, están presentes o forman parte inherente a la propia naturaleza o humanidad; pero existen también situaciones donde las circunstancias o preocupaciones de la vida nos hacen ver nuestra suerte porque no re-accionamos como mejor conviene o simplemente no estamos al nivel de las situaciones para resolver efectivamente las problemáticas de la vida moral, laboral, educacional, espiritual, etc.
El texto es claro cuando dice: "hombres rebeldes", es decir, testarudos, encerrados en las propias categorías de pensamientos que incluso es difícil saber acoger otras opiniones o consejos, aún cuando puedan existir mejores ideas de solución y se pueda reconocer que estamos en el error.
También dice "paganos de corazón", porque se confían solo a las propias fuerzas, se vive en el aquí y en el ahora pero de una manera horizontal, sin abrirse a la Trascendencia (Dios). Aparentan ser religiosos, y lo son, pero no porque crean en el verdadero Dios sino porque están ligados, vinculados o relacionados con ciertas creencias que tienen más de sincretismo religiosos o bien espiritualidades light que rayan en brujería, santería y toda clase de superstición. O simplemente, porque se vive una doble vida: se aparenta ser 'blanca como la paloma pero se tiene zurrado el nido', es decir una vida de piedad aunque se vive impíamente.
"Cerrados a la verdad", una vida falsa, aparente, donde reina la mentira y la hipocresía, donde las relaciones no son sanas, duraderas y profundas sino totalmente convenencieras y totalmente dañinas o perjudiciales.
La vida del espíritu humano debe materializarse, tiene que notarse, evidenciarse. Y las obras son expresiones del espíritu humano. De la misma manera, el Espíritu Santo se hace tangible, palpable, real, su acción poderosa se dejan sentir en los corazones que se abren a sus mociones.
Señor, hemos recibido tu Espíritu Santo, tócanos y sana nuestros corazones, fortalece y anima nuestras vidas, abre nuestros oídos, y haz que aceptemos con gozo y alegría la verdad que nos hace libre.

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