Pero me siento impotente, por momentos quisiera dejar que la ira me domine para arremeter violentamente con quienes buscan mi daño y la de mis seres queridos. Pero la voz del pastor retumba en mi mente, ha llegado como anillo al dedo y me dice "deja en las manos de Dios todas tus preocupaciones", 1Pedro 5, 7. Y versículo siguiente me repite con gran insistencia: "Estén alertas y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resistanle con la firmeza de la fe", v. 8-9. Por eso, estoy aquí, a tus plantas mi Señor, porque me quieren invadir un 'tropel de novillos' que desean mi muerte, me quieren infundir miedo, me quieren arrebatar mi esperanza en tu Señorío, y desean que mi ley sea no la de tu amor sino la del taleón.
Pero tú palabra como fragor de cascadas me sale al paso y me susurra: "Sométanse a Dios, resistan al diablo y huirá de ustedes", Santiago 4,7. Aquí estoy, reconociendo mi miseria, mi impotencia, no sé qué hacer y ni cómo actuar antes estas situaciones. Quiero que seas la luz de 'mis ojos' para que no quede confundido y pueda encontrar la salida y tú salvación.
Y el Salmista me recuerda: "Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo opondré mi oración a su malicia", Salmo 140/141, 5. ¿Qué puedo hacer en la oscuridad de la noche sino dirigir mi oración como incienso en tu presencia? ¿Cómo puedo encontrar consuelo y desahogo de mis penas sino derramando mi corazón junto a tus pies? No tengo a nadie solo a Ti.
Solamente me resta decir, Señor mira mi humillación y mi oprobio. Tú sabes que no he hecho el mal ni he atentado contra la dignidad de mi prójimo; ayúdanos, danos respiro, y defiende nuestra causa de la gente impía, pues sólo tú puedes poner un límite al mal; eres tú quien puede hacer que la hinchazón de las olas del mar se detengan; eres el único quien le puede poner en verdad el límite al mal. A ti encomiendo mi vida y la de mis seres queridos. Tú que eres padre de huérfanos y protector de viudas ven y socorre a los míos pues en esta hora de las tinieblas te necesitamos. Y ahora, me acuesto en paz y en seguida me duerme porque tu Señor nos cuidarás.
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