miércoles, 27 de abril de 2016

"Entonces se reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar el asunto", Hechos 15, 6.

La Iglesia va creciendo no sólo en número por las personas que se han convertido a Jesucristo, sino también porque se trata de comunidades caracterizadas por los dones y carismas que Dios Espíritu Santo ha suscitado en algunos de sus miembros. La Iglesia ha tenido que organizarse, se percibe aunque incipientemente una estructura interna, a la cabeza están los apóstoles y luego los ancianos o responsables de las comunidades (presbíteros) y después quizás algunos que desempeñan algún papel funcional en la comunidad pero que no carecen de gran importancia (diáconos, maestros, profetas, etc.).
Los que se han convertido a Jesucristo no proceden únicamente del pueblo de Israel sino de la gentilidad, esto ha provocado un altercado, porque piensan que para ser cristianos primero deben convertirse al judaísmo los que no pertenecen al pueblo de Israel por eso hemos escuchado decir que algunos hermanos decían que: "si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse", Hechos 15, 1. Esta problemática ha propiciado la decisión de enviar una embajada a la Iglesia Madre de Jerusalén para encontrar luz y saber como resolver la situación.
Esto revela ya la unidad que existía en las Iglesias cristianas del primer siglo y la preeminencia de la comunidad de Jerusalén al pastorearlas en la caridad. Pero al mismo tiempo, la unidad se verifica en la enseñanza, en la doctrina o magisterio por medio del cual se edifica el cuerpo de Cristo, es decir, la comunidad eclesial, por eso llegará decir más tarde san Pablo: "Según el don que Dios me ha dado, como arquitecto experto puse el cimiento; otro sigue construyendo. Que cada uno se fije en cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo", 1 Corintios 3, 10. Y esto nos hace ver con mucha luminosidad una tarea primordial de la propia comunidad: salvaguardar la doctrina intacta, es decir la transmisión de la fe debe ser genuina sin que se convierta en puros criterios humanos, esto ya lo había advertido el propio Jesús cuando dijo: "dejan de lado el mandato de Dios para mantener su propia tradición", Marcos 7, 9. Y esta tarea recae en los Apóstoles y los presbíteros quienes son responsables inmediatos de la comunidad. Pero es la comunidad entera la depositaria y la encargada de velar por el depósito de la fe. Por eso, "decidió" la Iglesia de Antioquía "que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros", Hechos 15, 2.
Por eso, la Iglesia entera está reunida en concilio, en la Iglesia Madre de Jerusalén, de ahí, que se diga: "Entonces se reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar el asunto", v. 6. Y eso me da pauta para afirmar que la comunidad eclesial debe siempre ininterrumpidamente estar en un proceso de discernimiento pastoral para que pueda atender adecuadamente los desafíos de la realidad dominante. Discernimiento que tiene como premisa la fe en el Hijo de Dios y como guía y sustento al Espíritu Santo, por eso llegarán a concluir con la siguiente expresión: "Es decisión del Espíritu Santo y nuestra no imponerles ninguna carga más que estas cargas" y luego las indica, v. 28.
El cristiano debe discernir siempre para que pueda crecer en la virtud y pueda caminar con más ligereza y sin tantos criterios que le hacen posteriormente la vida pesada.

Ya es de madrugada, el sueño ha huido de mis grandes y saltones ojos, mi madre está internada, y tengo que tomar decisiones serias que marcarán toda mi vida. Imagino, los rostros de mis hermanos, en especial de mi hermana que está en el frente de la batalla y de mis tres sobrinos. He conversado con algunos colegas y dicen que debo dejar que las cosas tomen su propio rumbo sin que yo me involucre tanto porque tengo una vida diversa que contrasta con la de ellos. Por momentos, les dí la razón, pero hoy al ver a la comunidad de Antioquía preocupada por la situación de algunos de sus miembros que provenían no del judaísmo sino de una cultura totalmente diversa y la manera como se comprometieron para resolver el caso, realizando actos concretos: "La comunidad cristiana los proveyó para el viaje" y los embajadores hicieron lo propio para llevar el asunto a Jerusalén, v. 3. Creo que no puedo quedarme sin hacer nada. Y lo que haré tiene que ver con mi propia identidad sacerdotal. Y con algunas cosas más pues también soy hijo y hermano y tío. Se trata de un discernimiento que toca la realidad de la familia y de la propia fe.
Y a propósito de ello, la Iglesia Universal con dos sínodos de los obispos ha discernido sobre la realidad de la familia y ahora el santo padre ha entregado una exhortación apostólica llamada Amoris Laetitia (la alegría del Amor) que contiene las enseñanzas de fe, los criterios, directrices y lineas de acciones pastorales para abordar con entusiasmo la realidad de las familias y responder de una manera adecuada y organizada a sus desafíos. Pero para  que su aplicación en una realidad concreta sea plausible las Iglesias locales (las conferencias episcopales, provincias, diócesis, parroquias, etc.)  tienen que discernir cada caso particular para que puedan dar una respuesta objetiva y a la altura de la situación.
Señor, aquí estoy de nuevo, sé que hay muchos hermanos que tienen algún ser querido necesitado de sanidad y que al igual que yo piden tu auxilio. Aquí, en el silencio de la noche, en tu presencia hazme ver con claridad, ilumina mi mente, muéstrame el camino, para que pueda decidir justamente. Con dolor y llanto, con fe y esperanza, y también, con amor abrazo mi Cruz. Gracias porque me has bendecido sobremanera y no tengo el modo de agradecerte. ¡Señor haz que vea! Amén.



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