sábado, 15 de febrero de 2014

“Y pensó para sus adentros: Todavía puede volver el reino a la casa de David”
1Reyes 12, 26.
1Reyes 12, 26-32; 13, 33-34; Salmo 105/106, 6-7. 19-22; Marcos 8, 1-10.

Después de la separación de las diez tribus de Israel de la casa de David sucede el culto cismático. Los dos pilares del reino: la política y la religión. Jeroboán reconoce que el factor religioso juega un papel determinante en la consolidación del reino del norte que él encabeza. Jeroboán sabe que el templo de Jerusalén es el centro de unidad de la vida del pueblo israelita, su belleza, el arca de la alianza, las tablas de la ley, la presencia de Dios en la nube no son sólo valores o símbolos de la fe del pueblo sino también la sabia que les da identidad y que los impulsa a la prosperidad, al crecimiento y al desarrollo porque se saben bendecidos, escogidos entre todos los pueblos, es simplemente el orgullo nacional.
Y es precisamente en este punto de la identidad nacional donde se ve con mucha claridad que la lucha por la consolidación del reino del norte, no es ya una lucha en el plano político sino en el espiritual, no es una lucha contra los otros reinos es una lucha contra YHWH pues trastoca la fidelidad, la lealtad, la verdad, la gratitud, la adoración que es debida al Señor Dios.  Se trata entonces de un atentado contra la identidad nacional del pueblo, porque atentar contra la identidad es encaminarse hacia la desfiguración o descomposición de la personalidad, es transitar sin sentido alguno, es caminar sin rumbo. La senda por donde Jeroboán desea conducir a su pueblo es un asunto en verdad muy delicado.
Pero ¿qué podría contrarrestar esos valores que el Templo de Jerusalén evoca con su magnificencia? Es la pregunta que Jeroboán responde y lo hace apelando a otros valores:
-          Construyendo dos santuarios: Uno en Betel, que evoca la figura de Abrahán. Y el otro, en Dan, que representa la figura de los jueces.
-          Idolatría por los dos terneros de oros que fabricó aprovechándose de que al pueblo le gusta ver, tocar, oler, sentir, cosa que en el templo de Jerusalén jamás verán porque se realiza siempre un culto sin imágenes.
-          Institución de sacerdotes para el culto y el sacrificio, descartando a la tribu de Leví y tomándolos del pueblo.
-          Estableciendo una fiesta que propiciara las peregrinaciones a los nuevos templos que había construido y así evitar que su gente fuera a Jerusalén.
Todo la labor que realiza Jeroboán es para mantener el poder absoluto, el desea gobernar pero no servir, le importa un “bledo” si pone en riesgo la unidad y la identidad de su pueblo. Esto me hace pensar en el servicio que desempeñan los coordinadores de los diversos grupos de iglesia, de los papás en su familia, de los sacerdotes con el pueblo y con su obispo. De los trabajos pastorales, de los proyectos laborales, de las metas que la familia se propone durante el año, en fin en tantas cosas donde el ejercicio del poder es necesario pero la manera como se efectúa también.

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