miércoles, 12 de febrero de 2014

“y quiso cerciorarse personalmente de su sabiduría”
1Reyes 10, 1.
1Reyes 10, 1-10; Salmo 36/37, 5-6. 30-31. 39-40; Marcos 7, 14-23.
El que busca encuentra, el que busca no lo hace sin sentido ni sin dirección, hay una pregunta sin respuesta que le impulsa a la investigación. La búsqueda es también conocimiento, es verdad, es hecho concreto, es descubrimiento, es plenitud, es cambio, es enriquecimiento, es un proceso que ha iniciado con nuestra existencia y terminará sólo con la muerte. Si la búsqueda implica todas aquellas cosas que hemos enumerado anteriormente, significa entonces, que el buscador no será jamás el mismo aunque se trate de la misma persona, pues el hombre continuamente se está haciendo, y en sí mismo lleva el deseo de perfección y realización, dos ideas pilares que jalonan su existencia a ser siempre más y mejor.
Pero hay algo que acapara mi atención y es el hecho de la actitud que asume el buscador ante el hallazgo, ante el descubrimiento, ante esa verdad que ha encontrado. Porque el problema no está en el hecho de saber la verdad sino que hacer con la verdad que se ha revelado: la aceptamos o la rechazamos; la seguimos y le prestamos obediencia o simplemente la colocamos en un escalafón y la abandonamos en una estantería de biblioteca. Así por ejemplo, ¿de qué le serviría a un individuo saber que su padre murió de diabetes si su sobrepeso hoy no le hace emprender un vía de prevención y cuidado de su salud? Lo cierto es que nos cuesta mucho esfuerzo no sólo aceptar la verdad sino obedecerla, seguirla, ser fan de ella; como dice san Pablo, se cambia la verdad por la mentira, por la falsedad, por la negación, por la indiferencia; pero detrás de estas actitudes se encuentra un espíritu egoísta que busca por todos los medios sobreponerse silenciando la verdad, Cfr. Romanos 1, 25. Pero como diría santa Teresa de Ávila: «la verdad padece, mas no perece», Carta 283, 26. Y a pesar de todo, la verdad siempre nos alcanzará y nos rebasará de un modo u otro.
De ahí, que sea importante la actitud de quien honestamente busca la verdad. ¡Interesante! La reina de Sabá nos da ejemplo de actitud ante la verdad. Su búsqueda la hizo desplazarse no sólo métricamente hablando sino incluso de categorías de pensamiento: dejó atrás la duda, el rumor, lo que oyó decir de Salomón. Ella misma quiso cerciorarse personalmente de su sabiduría, Cfr. 1Reyes 10, 1 y una vez que comprobó que era cierto su actitud fue positiva. Reconoce que la relación sabiduría-prosperidad van de la mano, porque si el pueblo goza de paz y seguridad –frutos sin duda alguna de la implementación de una administración de política justa– el desarrollo es posible, el florecimiento de tantas cosas no es una ilusión sino realidad que se ve embellecida, enriquecida con los talentos que cada uno es capaz de colocar al servicio del bien común. Y por la administración de una política justa, la reina de Sabá, reconoce que la sabiduría de Salomón es un don de YHWH, al que alaba y bendice. En ese sentido, es bello reconocer que la verdad sobre “el hecho Salomón” la condujo al encuentro de la Sabiduría Infinita, Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario