“y quiso cerciorarse personalmente de su
sabiduría”
1Reyes 10, 1.
1Reyes 10, 1-10; Salmo 36/37, 5-6. 30-31.
39-40; Marcos 7, 14-23.
El que busca
encuentra, el que busca no lo hace sin sentido ni sin dirección, hay una
pregunta sin respuesta que le impulsa a la investigación. La búsqueda es también
conocimiento, es verdad, es hecho concreto, es descubrimiento, es plenitud, es
cambio, es enriquecimiento, es un proceso que ha iniciado con nuestra
existencia y terminará sólo con la muerte. Si la búsqueda implica todas
aquellas cosas que hemos enumerado anteriormente, significa entonces, que el
buscador no será jamás el mismo aunque se trate de la misma persona, pues el
hombre continuamente se está haciendo, y en sí mismo lleva el deseo de perfección
y realización, dos ideas pilares que jalonan su existencia a ser siempre más y
mejor.
Pero
hay algo que acapara mi atención y es el hecho de la actitud que asume el
buscador ante el hallazgo, ante el descubrimiento, ante esa verdad que ha encontrado.
Porque el problema no está en el hecho de saber la verdad sino que hacer con la
verdad que se ha revelado: la aceptamos o la rechazamos; la seguimos y le prestamos
obediencia o simplemente la colocamos en un escalafón y la abandonamos en una
estantería de biblioteca. Así por ejemplo, ¿de
qué le serviría a un individuo saber que su padre murió de diabetes si su
sobrepeso hoy no le hace emprender un vía de prevención y cuidado de su salud?
Lo cierto es que nos cuesta mucho esfuerzo no sólo aceptar la verdad sino
obedecerla, seguirla, ser fan de ella; como dice san Pablo, se cambia la verdad
por la mentira, por la falsedad, por la negación, por la indiferencia; pero
detrás de estas actitudes se encuentra un espíritu egoísta que busca por todos
los medios sobreponerse silenciando la verdad, Cfr. Romanos 1, 25. Pero como diría santa Teresa de Ávila:
«la verdad padece, mas no perece», Carta 283, 26. Y a pesar de todo, la verdad
siempre nos alcanzará y nos rebasará de un modo u otro.
De
ahí, que sea importante la actitud de quien honestamente busca la verdad. ¡Interesante!
La reina de Sabá nos da ejemplo de actitud ante la verdad. Su búsqueda la hizo
desplazarse no sólo métricamente hablando sino incluso de categorías de
pensamiento: dejó atrás la duda, el rumor, lo que oyó decir de Salomón. Ella
misma quiso cerciorarse personalmente de su sabiduría, Cfr. 1Reyes 10, 1 y una
vez que comprobó que era cierto su actitud fue positiva. Reconoce que la relación
sabiduría-prosperidad van de la mano, porque si el pueblo goza de paz y seguridad
–frutos sin duda alguna de la implementación de una administración de política
justa– el desarrollo es posible, el florecimiento de tantas cosas no es una
ilusión sino realidad que se ve embellecida, enriquecida con los talentos que
cada uno es capaz de colocar al servicio del bien común. Y por la administración
de una política justa, la reina de Sabá, reconoce que la sabiduría de Salomón
es un don de YHWH, al que alaba y bendice. En ese sentido, es bello reconocer
que la verdad sobre “el hecho Salomón” la condujo al encuentro de la Sabiduría
Infinita, Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario